como siempre y como nunca

Hoy tome la decisión de quedarme en la casa, ya que todos los días estoy fuera por el trabajo, pero durante todo el día ha llovido, y por la tarde que ya me estaba animando a salir a dar la vuelta, llovió a cántaros; han sido horas en las que no hizo más que llover. Pase casi todo el día ocupado, leyendo y escuchando música, pero me negué a perderme la maravilla que es ver llover, así que salí un momento de mi cuarto para observar la tarde lluviosa. Me puse frente a la ventana y me quedé contemplando la lluvia por un minuto... o al menos ésa era la idea, pero me tomé más tiempo. Fue tan relajante ver tantas gotas caer hasta convertirse en chorros de agua que caían sobre las calles, los carros, la gente y los edificios... hasta me dieron ganas de mojarme, de salir a caminar o de poner mi música a todo volumen, salir a manejar mientras conduzco sin rumbo fijo. Y allí estaba yo, olvidando el tiempo (y los deberes), perdido en el mar de mis pensamientos y en la lluvia, hasta que noté la presencia de mi hermano atrás de mí. Volteé y al instante me preguntó cómo podía estar tan inmóvil y callado por tanto tiempo; no sé bien lo que le respondí pero lo hizo reír y volvió a dejarme solo... y yo volví a regresar a mi mundo, lejos de todo y de todos, ese mundo en donde casi se pueden tocar los pensamientos. Disfruté de la tarde de lluvia como siempre... y como nunca.